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¡Interaccionamos sin parar!

A pesar de que nuestra mente piense automáticamente que la interacción y las interfaces estás asociadas a las aplicaciones, todo nuestro alrededor es un conjunto de interfaces que condicionan nuestra vida y nuestra forma de relacionarnos con todos los objetos que nos rodean.

Una buena interfaz debería hacer que el uso de ese objeto sea fácil e intuitivo, es decir, que no tengamos que leernos el manual de instrucciones cada vez que queramos darle uso o que instintivamente ese uso que hagamos de él sea incorrecto. Además con la automatización de muchas de las tareas que se hacían manualmente y el hecho de se pretenda meter mucha funcionalidad en un mismo objeto, hace que las interfaces se vuelvan cada vez más complejas de diseñar.

Ruedas de un microondas

No obstante, en nuestro día a día hacemos uso de ellas de manera inconsciente y casi sin darnos cuenta. Uno de esos ejemplos podría ser el microondas. El que se muestra a continuación es el microondas usado a diario en casa. Lo considero un ejemplo de interfaz fácil de usar porque tiene por un lado la potencia y por otro los minutos de uso. Además, los dibujos, o mejor dicho, iconos que componen su interfaz son fáciles de identificar. Incluso acompaña texto para una mayor claridad. Por lo general, una persona capaz de identificar los números y de asociar las líneas curvadas con la potencia sería capaz de usarlo sin ningún impedimento.

Esto no es algo propio como tal del objeto, ya que hay otros muchos microondas con una interfaz más compleja y prácticamente imposibles de utilizar sin manual. Ojalá haber podido acompañar esta foto del microondas de casa con otra foto del microondas que usamos en el trabajo para poder demostrar que a veces se hace difícil lo que de por sí es fácil.

Un ejemplo de interfaz compleja o difícil de utilizar es la vieja cadena de música de mis padres. Siendo ellos unos negados completos para la tecnología, me encuentro con la situación de que me tienen que preguntar continuamente cómo usarla e incluso yo misma a veces tengo que utilizar el manual de instrucciones. Hay mucha información condensada en un espacio pequeño y botones con iconos idénticos situados en lugares diferentes y con una funcionalidad completamente distinta. Además los pocos términos que tiene escritos están en inglés, por lo que a una persona que no tenga un mínimo nivel de vocabulario le podría resultar un mundo. De hecho, como mejor prueba empírica de ello, están las veces que han roto algunas cintas o grabaron por error el contenido de una cinta en otra sin pretenderlo.

Así pues podemos concluir que nuestra interacción con los objetos que nos rodean depende en gran parte de la interfaz que tengan y no tanto en la funcionalidad que vayan a realizar. A veces algo tan simple como calentar la comida se convierte en una pesadilla que te puede hacer perder tu descanso de media hora y tener que comerte las lentejas frías. Y para funcionalidades algo más complejas, una mejor interfaz quizás hubiese evitado que grabaran Manolo Escobar en mi preciada cinta de Estopa.

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